La fuerza de voluntad no es solo una metáfora — es obra de la corteza prefrontal del cerebro, que consume una enorme cantidad de energía para funcionar. Su actividad se caracteriza por una tasa metabólica extremadamente alta y por la activación de genes implicados en la producción de energía. El autocontrol es un recurso finito. Por eso las tareas que requieren esta parte del cerebro se vuelven mucho menos eficaces después de algo como un atracón de compras.